La Bolsa de Comercio de Santiago es, indudablemente, un epicentro vital  del funcionamiento económico de la ciudad y del país. Aunque muchas operaciones ahora se realizan de forma remota, sigue siendo uno de los mayores centros de operaciones bursátiles en Latinoamérica.

Ubicado en la intersección de las calles Moneda, La Bolsa y Bandera, el edificio de la Bolsa de Comercio se distingue por su forma triangular, diseñada por el arquitecto Emile Jéquier, conocido también por su trabajo en el Museo Nacional de Bellas Artes y la Estación Mapocho, evidenciando influencias de su formación en Francia.

El actual barrio Nueva York-La Bolsa se erige sobre terrenos que antes albergaban un convento para la educación de mujeres aristocráticas bajo las monjas Agustinas. El templo católico en la calle Moneda es un vestigio de esa historia.

En la década de 1850, el crecimiento urbano llevó a la división del convento por la construcción de la calle Moneda, conectando sus partes con un túnel subterráneo, y posteriormente el arquitecto Eusebio Chelli diseñó el templo actual.

En 1912, la congregación vendió parte de sus terrenos debido a una crisis económica, dando lugar a la construcción del Club de la Unión y posteriormente de la Bolsa de Comercio. La permanencia del templo definió la disposición de las calles del barrio.

Con el tiempo, el barrio se pobló, destacando la construcción del primer rascacielos, el edificio Ariztía y el ex Hotel Mundial, convirtiendo esta pequeña área en un animado centro urbano.

La novela “El Socio” de Jenaro Prieto se ambienta en este contexto, explorando la esperanza y la intriga en el mercado de valores a través de la historia de Julián Pardo y su ficticio socio inglés, Mr. Walter Davis.

Dentro del edificio de la Bolsa de Comercio, la obra “Alegoría al trabajo” de Pedro Lira adorna el primer piso, siendo testigo del devenir de la actividad bursátil con su pantalla iluminada que reemplaza las antiguas pizarras de tiza.