Iglesias Patrimoniales de Santiago

Iglesia y Convento Recoleta Domínica

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Relato en Lengua de Señas Chilenas

Las recoletas son espacios destinados a la disciplina religiosa, eso quiere decir, que deben ser lugares tranquilos, donde los sacerdotes en formación puedan estudiar y reflexionar sin perturbaciones. Por esta razón, debían encontrarse en sitios alejados del ajetreo de la ciudad. 

La Recoleta Dominica y su convento, son parte de este sistema. El diseño del templo fue encargado al arquitecto italiano Eusebio Chelli, reconocido por realizar grandes obras, entre ellas, terminar la Catedral Metropolitana y el Teatro Municipal. Fue construida en albañilería de ladrillo con cal y diseñada siguiendo el estilo neoclásico, con cierta semejanza a la iglesia de San Pablo Extramuros de la ciudad de Roma, en cuya obra también participó Chelli. 

Su característico pórtico con ocho columnas de mármol de carrara traídas desde Italia que sostienen el frontón principal, son la antesala perfecta para las puertas de robre talladas por el artista José Miguel Blanco. Originalmente, Eusebio Chelli había sido contratado para construir el altar mayor del templo, pero su trabajo impresionó tanto a los dominicos, que decidieron pedirle una iglesia que fuera digna de ese trabajo. Por eso, en su interior, además de las columnas de mármol que rematan en arcos, se definió que tendría forma de basílica, con tres naves, la del centro mucho más alta para otorgarle centralidad al altar mayor. 

La construcción del templo inició en 1853 y tardó más de 30 años en ser terminada, sin embargo, su historia es mucho anterior. Los dominicos fueron una de las primeras órdenes religiosas en llegar a Chile, razón por la que el rey les otorgó un solar al norte de la Plaza Mayor (o de Armas) para construir una iglesia, pero que luego de un terremoto, levantarían en la calle Santo Domingo.

Algunos años más tarde, Bartolomé Flores, abuelo de la Quintrala, les donó unos terrenos en la Chimba y, en 1558, Rodrigo de Quiroga e Inés Suárez una extensa chacra que incluía el Cerro Blanco y la hermita de La Viñita. Durante muchos años, en las faldas de este cerro, los padres dominicos se entregaron a la labor de la cosecha de uvas para la fabricación de vino de misa, a pesar de que, esta donación fue revertida por el cabildo debido al posicionamiento en defensa de los pueblos indígenas que sostuvo Fray Gil de González, sacerdote dominico que ejercía la labor de Vicario de Nación. 

Recién en 1750 se concretó el sueño de la recoleta, cuando se inició la construcción del convento y años más tarde, el templo anterior al diseñado por Chelli. En 1886 se construye un nuevo convento, que permanece hasta la actualidad, aunque con nuevos usos. En este lugar, funcionan actualmente la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica, que contiene y pone a disposición del público toda la riqueza literaria de la congregación, libros con pequeños dibujos realizados a mano que recopilan tanto elementos devocionales como mitológicos. Además, se encuentra el Museo Dominico, el Museo de Artes Decorativas y el Centro Nacional de Conservación y Restauración, todas ellas, de gran valor patrimonial, que, en conjunto con su exquisito patio, nos invitan a tomar un momento para alejarnos del ruido de la ciudad.

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