Parques de Santiago
Parque Balmaceda
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Relato en Lengua de Señas Chilenas
El Parque Balmaceda, ubicado en el corazón de Santiago, es un remanso de tranquilidad y verdor en medio de la bulliciosa vida urbana. Este hermoso espacio público, rinde homenaje al presidente José Manuel Balmaceda desde la instalación de la escultura de Samuel Román en su extremo más poniente, aunque tuvo, en su larga historia, varios otros nombres. Sus paisajes, usos y servicios lo han convertido en un lugar querido por locales y visitantes por igual.
Este parque de más de nueve hectáreas de extensión, fue diseñado por el paisajista alemán Oscar Prager y los arquitectos Sergio Larraín y Jorge Arteaga en 1931. Nació con un proyecto moderno, que buscaba alejarse de los parques para ser admirados del siglo XIX y convertirse en un lugar para ser habitado, por eso, su diseño fue pensado para relacionarse con el lugar donde iba a ser instalado, conteniendo como telón de fondo, la cordillera.
El río Mapocho, ese caprichoso curso de agua es apenas un pequeño hilo de agua en el verano; pero, cada cierto tiempo nos recuerda que es indomable, se desborda y lo inunda todo. Controlar este curso de agua antojadizo e inestable fue uno de los grandes desafíos de buena parte de la historia de la ciudad.
Sin embargo, ganada la batalla -o al menos de forma más o menos permanente- al río, quedaba un su costado un inmenso pedregal que ya había sido convertido en un incipiente paseo público tras la instalación de los Tajamares, una especie de murallón de ladrillo que contenía su cauce. Algunos años más tarde, en un esfuerzo por recuperar esos murallones, en este mismo parque se había creado un museo para su exhibición, el que, al estar bajo tierra no logró ser utilizado para este fin, y los trozos del tajamar quedaron dispersos, como pequeños trozos de una memoria rota, en los parques Balmaceda, Forestal y de Los Reyes.
De aquellas épocas cuando el río se desbordaba nos quedan apenas algunos recuerdos. Nada hay sobre la plaza de toros que construyó el corregidor Zañartu, ni del obelisco que daba inicio al paseo del tajamar.
Años más tarde, ese terreno vacío junto al río fue convertido en parque. Llevó como primer nombre el de Parque Japonés, porque la comunidad de esta nación, había donado una buena cantidad de cerezos sakura a la ciudad y que Prager incorporó en el paisajismo del parque. Junto a los cerezos, se crearon jardines con pasto y se rescataron algunas especies locales, como Quillayes, Peumos y Maitenes, los que coexisten con otras especies introducidas como Olmos y Alcornoques.
Tras la segunda guerra mundial, los cerezos fueron arrancados, y en un gesto político con los aliados, el parque fue renombrado Gran Bretaña. En la actualidad, este parque sigue siendo un punto muy importante para la comuna de Providencia, pero también para toda la ciudad, razón por la que, se han diseñado algunos planes que pretenden darle nueva vida y recuperar algunos de sus espacios, como el Museo de los Tajamares y el Café Literario.