Teatro Carrera

El antiguo Teatro Carrera es un claro ejemplo de la aparición de cines y teatros de barrio durante las primeras décadas del siglo XX y del desarrollo que se origina a partir del auge de la industria salitrera. Estos espacios de entretenimiento surgieron como respuesta a la necesidad de proporcionar a las nuevas áreas urbanas en desarrollo lugares donde la gente pudiera disfrutar y divertirse.

El edificio del antiguo teatro exhibe un estilo neoclásico con diversas decoraciones de influencia barroca y art decó. Su fachada está adornada con múltiples mosaicos hechos de azulejos y cristales de colores italianos. Este magnífico ejemplo de arquitectura fue inaugurado oficialmente en 1926. La obra fue diseñada por Monckeberg y Aracena por encargo del empresario Aurelio Valenzuela Basterrica a imagen del Teatro de los Presidentes de Francia, e incluye una serie de vitrales elaborados por el artista italiano Aristodemo Lattanzi, quien también dejó su huella en la decoración de la basílica de Salvador y el Palacio Edwards, entre otras obras.

El teatro es una figura destacada en su entorno cercano, donde se pueden apreciar antiguas mansiones en todo su esplendor conserva construcciones góticas, neocoloniales y Bauhaus, con callejuelas que nos transportan a principios del siglo XX. Las viviendas del barrio fueron diseñadas por destacados arquitectos de la época, como Ricardo Larraín Bravo, Alberto Siegel, Alberto Álamos, Josué Smith Solar, entre otros. Muchas de ellas aún conservan sus escudos heráldicos, diseños de rejas de metal labradas y bellos detalles. En las calles adyacentes se pueden encontrar adoquines y farolas antiguas que crean una atmósfera única en el lugar. 

El Teatro Carrera formó parte de este proyecto urbanístico y se ubicó en lo que fueron los jardines delanteros del Palacio Concha-Cazzote; un edificio construido en 1875 y demolido en 1935 para dar origen a un proyecto de inversión inmobiliaria liderado por Teresa Cazzote Alcalde, viuda de Enrique Concha y Toro, familia propietaria del recordado palacio que simbolizaba la opulencia de la emergente burguesía minera en la segunda mitad del siglo XIX.

En sus cuatro pisos se distribuyeron butacas con forma semicircular y palcos para alcanzar una capacidad de 1500 personas. Se convirtió en una sala pionera a nivel nacional, al incorporar por primera vez el cine sonoro. Hasta entonces, las películas no poseían sonido, aunque eran acompañadas por un pianista que generaba la atmósfera adecuada para causar impacto entre los espectadores. Se trataba del modelo de “cine palacio” que, aún cuando eran espacios para la reproducción de películas, también contaban con escenarios para la presentación de espectáculos en vivo.

La masificación de la televisión y la llegada de las multisalas fueron un duro golpe para los teatros de barrio, que perdió lentamente su público, transformándose lentamente para otras actividades. El Teatro Carrera ha vivido otras vidas como club nocturno, restaurante y tienda de repuestos de automóviles, siempre en la espera de una oportunidad para recuperar su esplendor y volver a encantar a los espectadores con su rica arquitectura y las historias que conservan sus paredes.

Cómo llegar

Ir al contenido