La Ruta de los Poderes

Club de la Unión

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Relato en Lengua de Señas Chilenas

A pesar de haber tenido la escultura de Rebeca Matte, Ulises y Calypso, una obra de dos toneladas de mármol donada por la propia artista en sus salones y de haber sido inaugurado esta institución en la casa de una mujer de la alta sociedad, el Club de La Unión es el prototipo del poder dominante de la plutocracia masculina de la segunda mitad del siglo XIX en Chile.

Luego de cambiar en diversas ocasiones de sede, el exclusivo club fundado en 1864, se muda en 1925 al imponente edificio ubicado en los terrenos que fueran el convento de las Monjas Agustinas en las intersecciones de las calles Alameda con Bandera, obra del arquitecto Alberto Cruz Montt.

Desde sus orígenes la institución se constituye como un club privado para hombres, como, indica su página web “como un espacio de reunión de los grupos conservadores y liberales del país tanto para el debate como para el encuentro social y político.”. De hecho, hace menos de dos décadas, el año 2006 el Club de La Unión aceptó como socia a la primera mujer dejando atrás 142 años de exclusividad masculina. Condición a la cual se suma tener un lugar destacado en los negocios, la industria, ser profesional, políticos o diplomático de prestigio.

El actual edificio, que es Monumento Nacional desde el año 1981 y de seguro, en los rincones de sus cuatro pisos ornamentados con estatuas, jarrones, lámparas de cristal, faroles, cortinajes y paredes de donde cuelgan frescos de Valenzuela Llanos, Pedro Subercaseaux y Álvaro Casanova, se fraguaron michas de las distintas contiendas políticas más importantes del siglo XIX como fue la “Guerra del Pacifico” y la “Revolución de 1891” contra el presidente Balmaceda.

Una gran proporción de los políticos del siglo XIX pertenecieron a esta institucion, de hecho, el 31% de los diputados y el 67% de los senadores eran integrantes del Club de la Unión; el 50% de los parlamentarios contaban con haciendas y, el resto estaba formado por banqueros y mineros. Muchos de los cuales formados en el área del derecho, trabajaban para las salitreras en pleno conflicto bélico, actuando como verdaderos especuladores al momento de la repartición de terreno y de parte del nitrato del estado.

El Club fue una exclusiva muestra del patriarcado dominante en el siglo XIX y gran parte del siglo XX, reunidos en salones implementados para disfrutar la práctica de juegos de azar, fumar habanos, tomar un café o extenderse en una charla, alejado de sus hogares y de la presencia femenina. En el Club de La Unión se reunían a deliberar y tomar decisiones, los dueños del país.

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