Santiago entre Letras

Casa de Gabriela Mistral y Barrio Huemul

Gabriela Mistral, pseudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, es una importante figura, tanto de la literatura nacional, como de la educación y la política. Fue, además de muchas otras cosas, una persona en busca de un lugar, por lo que, durante algún tiempo, tuvo la oportunidad de trabajar y vivir en el barrio Huemul, el barrio modelo.

Ubicada en la calle Waldo Silva 2123, la casa de fachada continua que le perteneció a la poeta, se distingue de las del resto de la población apenas por una placa de cerámica que indica su relevancia. Se trata de una vivienda modesta, que, al momento de ser adquirida por Gabriela a través de la Caja de Crédito Hipotecario, no supera los 50 mts2 construidos, patio, suficiente luz y ventilación. 

El barrio Huemul, por su parte, surgió como una iniciativa del Estado para dar respuesta a la falta de vivienda en las clases populares. Se trata de viviendas modestas, pero que cumplen con condiciones de higiene y servicios adecuados, ubicadas muy cerca del Matadero y otras fábricas.

Gabriela nació el 7 de abril de 1889 en el pueblo de Vicuña, en la región de Coquimbo. Hija de una modista, se desenvolvió en un ambiente donde pudo observar y comprender la vida de las clases trabajadoras. De su hermana materna, Emelina, comprendió la importancia del oficio docente, por lo que, con apenas 16 años, tomó la decisión de formarse como profesora.

Al cabo de un tiempo, realizó una solicitud para ingresar a la Escuela Normal de Preceptoras de La Serena, pero fue rechazada a causa de sus publicaciones en el Periódico El Coquimbo, donde se hacía parte de las injusticias sociales y demostraba su gran empatía con quienes se encontraban más desfavorecidos. 

Finalmente, se convirtió en profesora de primaria en la Escuela Normal de Preceptoras Santiago -donde hoy funciona un museo que lleva su nombre-, desempeñándose en escuelas y liceos de Santiago, Punta Arenas, Antofagasta, Temuco. Así es como llegó a vivir al barrio Huemul, cuando asume el cargo de directora del Liceo Teresa Prat de Sierralta, ubicado por aquellos años en calle Chiloé, a algunas cuadras desde donde estaba ubicada su casa, donde se educaban, por entonces, las hijas de los trabajadores del sector.

Aunque apenas vivió un año en este lugar, su experiencia de vida, tanto en este barrio, como en otros lugares del país, la llevaron a desarrollar una poesía donde se expresa con profundidad la diversidad humana, desde la maternidad, el amor, la infancia y la desigualdad. En 1945 se convirtió en la primera persona latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento que llegó tras años por hacerse un espacio como mujer, disidencia y de origen trabajador.

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