El Centro Gabriela Mistral emerge como uno de los espacios más destacados dedicados a las artes, la cultura y el encuentro humano en la ciudad de Santiago. Inaugurado en abril de 1972, se fundó en 275 días para albergar la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, conocida como UNCTAD III. Esta impresionante obra arquitectónica lleva la firma de José Covacevich, Hugo Gaggiero, José Medina, Juan Echenique y Sergio González Espinoza. Como parte integral del proyecto político de la Unidad Popular, su construcción contó con la entrega y dedicación de miles de obreros y voluntarios, algunos de los cuales colaboraron en turnos de 12 horas bajo la coordinación del arquitecto Miguel Lawner.

El complejo arquitectónico consta de una estructura principal, una placa o edificio bajo, que alberga espacios destinados al encuentro como el salón de conferencias y el gran comedor público, además de una imponente torre de oficinas. Además, un grupo selecto de artistas y artesanos contribuyó con una serie de obras que se integraron de forma funcional al edificio, tales como bancas y cañerías.

Después de la conclusión de la conferencia, el edificio fue rebautizado como Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral, y su propósito evolucionó hacia el de convertirse en un prominente Instituto Nacional de la Cultura. Su inauguración, marcada por un recital de Quilapayún en plena Alameda, lo consagró como un escenario vibrante para conversatorios, teatro, danza y arte latinoamericano.

Sin embargo, apenas tres meses después del golpe de Estado y como consecuencia del bombardeo al Palacio de La Moneda, este enclave cultural fue ocupado por el régimen como sede de gobierno, sufriendo una transformación drástica. Renombrado como Edificio Diego Portales en honor al ministro ideólogo de la Constitución de 1833, el inmueble fue clausurado al público, enrejado en su exterior y gran parte de su valiosa colección de arte fue retirada, destruida y dispersada. Durante este período, la Junta Militar tomó sus decisiones más trascendentales en estas instalaciones, hasta el año 1981, momento en que el ejecutivo se trasladó nuevamente a La Moneda, y el edificio Diego Portales se convirtió en la sede del poder legislativo.

El edificio fue sometido a diversas intervenciones destinadas a borrar su historia, como el simbólico caso de la obra de Ricardo Mesa, compuesta por 40 tiradores de puerta que representan un puño alzado, los cuales fueron invertidos como gesto de sometimiento tras el golpe. Actualmente, estas piezas, ubicadas en las salas de espectáculos y conferencias, han recuperado su posición original.

Más de una decena de obras de destacados artistas como Mario Toral, José Balmes, Francisco Brugnoli, Nemesio Antúnez, Luz Donoso, Guillermo Núñez y Patricia Velasco, entre otros, fueron retiradas y hasta la fecha permanecen desaparecidas. Afortunadamente, algunas de ellas han sido recuperadas, como el bordado colectivo realizado por artesanas de Isla Negra, reconocido casi medio siglo después de su desaparición en el documental “Escapes de Gas” por una familia que lo había adquirido en el persa Bío Bío.

En 2006, un incendio devastó parte de la estructura, lo que marcó una oportunidad para su recuperación y devolución a la ciudadanía. Los arquitectos Cristián Fernández, Christian Yutronic y Sebastián Barahona lideraron la tarea de rehabilitar los 22 mil metros cuadrados del edificio, enfocados en la transparencia y apertura hacia la ciudad. En septiembre de 2010, fue rebautizado como Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM, asumiendo plenamente su historia y proyectando desde allí su vínculo con la ciudadanía y su entorno.