Recorridos por la Memoria

Londres 38 - Espacio de Memorias

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El inmueble ubicado en la calle Londres 38 (actualmente 40) tiene una rica historia que se remonta al año 1925, cuando fue diseñado por el connotado arquitecto Ricardo Larraín Bravo. Sin embargo, antes de su construcción, el terreno ya formaba parte de la propiedad del Sr. Walter Lihn, quien lo había adquirido del convento de San Francisco. En décadas posteriores, la casa pasó a ser la residencia de Francisco Irarrázaval hasta que, en los años sesenta, fue adquirida por Javier Gutiérrez en nombre del Partido Socialista, consolidándose así como parte importante del patrimonio histórico de la zona.

Tras el golpe de estado, muchas viviendas que pertenecían a partidos de la Unidad Popular, pasaron al control de los organismos de inteligencia del gobierno de facto. Londres 38 no fue la excepción y quedó bajo el dominio de la Comisión DINA, para luego de su creación formal, ser parte de la Dirección de Inteligencia Nacional.

Durante esta administración, el inmueble fue conocido como “la casa del terror” o “la casa de las campanas”, dado que, desde su interior se oían las campanas de la iglesia de San Francisco, ubicada a pocos metros.

De las numerosas personas detenidas en este cuartel, se ha podido establecer que 96 de ellos fueron ejecutadas, desaparecidas o murieron como consecuencia directa de las torturas a las que los sometieron. En su mayoría, se trataba de víctimas ligadas al Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, al Partido Comunista y al Partido Socialista, cuyas edades no superaban los 30 años. 

Londres 38 dejó de funcionar en marzo de 1975 para ser cedido, posteriormente, al Instituto O’Higginiano. La dictadura militar negó la existencia de este cuartel por muchos años y para evitar su reconocimiento se modificó su numeración original.  A partir de ciertas pistas, como el sonido de las campanas de la iglesia y el característico embaldosado blanco y negro que los detenidos podían ver a través del vendaje de sus ojos, fue posible identificar finalmente el lugar. Además, debido al tamaño del inmueble, fue posible cierto nivel de contacto entre los prisioneros, lo que permitió el reconocimiento de algunos detenidos que habían pasado por este lugar. 

Tras años de intensa lucha de sobrevivientes y familiares, la casa de Londres 38 fue convertida en un sitio de memoria, en cuyo frente es posible ver, grabadas en baldosas negras y blancas, los nombres y edades de quienes tuvieron el infortunio de pasar por este lugar.

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